Inquietud, esfuerzo e ilusión. Pocos minutos de conversación necesitas tener junto a Pablo González para saber cuál es su carácter entre los fogones, pero sobre todo su forma de ser con los que le rodean. Sobre Pablo se conocen ya muchas facetas de su vida, sobre todo tras su paso hace apenas un año por el programa de TV Top Chef. Un paso corto y agridulce para los espectadores del programa, pero necesario y muy satisfactorio para su crecimiento profesional. Ninguno de los dos concursantes convencían esa noche al exigente jurado de Top Chef. En el tercer programa de esta segunda temporada, la prueba final para decidir el expulsado puso entre las cuerdas a Peña y Pablo. Finalmente nuestro protagonista, Pablo González, tuvo que abandonar el programa al no saber demostrar la fuerza de su cocina tradicional. Su reacción marcó un ejemplo de superación en esta edición del año 2014. Mientras las lágrimas se apoderaron de sus compañeros, Pablo se marchó agradeciendo la experiencia y queriendo que toda su familia estuviera orgulloso de lo que había logrado. “Esa mentalidad es la que me ha hecho conseguir estas cosas”, nos decía Pablo. El protagonista de esta “conversación” no quiere ser, y tampoco lo pretende, ejemplo de un loco por la gastronomía que cumplió el sueño que perseguía desde pequeño. Pablo González, cocinero reconocido por haber sido jefe de cocina en restaurante de estrella Michelín y por su paso por la última edición del programa Top Chef, no cree que sintiera verdadera vocación por la cocina, sino solo inquietud. Esto, junto a la necesidad de sentir el orgullo de su familia, le hizo apostar por su futuro en la cocina y la elección de la Escuela de Hostelería Gambrinus como el punto de arranque de esta nueva etapa. Un “antes” marcado por el esfuerzo personal Cuando Pablo era joven aprovechaba los momentos en los que estaba solo en casa para apañárselas en la cocina y hacerse platos un poco más elaborados de lo habitual. “Tenía 24 años y nunca se me había pasado por la cabeza coger unos cuchillos”. Llegado el momento de elegir su futuro profesional, Pablo optó por estudiar Ingeniería Informática y tras 6 años de carrera y casi 4 cursos aprobados, se enfrentó a una complicada conversación familiar: “necesitaba decir que quería hacer algo que fuese más con mi personalidad y me vi en la necesidad, por mi familia, de intentar hacer algo diferente y triunfar en la vida”. Por algún motivo, esas prisas por redefinir el camino le hicieron tener en cuenta ese “gusanillo” que sentía por la cocina. La Escuela de Hostelería Gambrinus en Sevilla se presentaba como la opción perfecta para empezar a tener contacto con la cocina. “Yo empecé la Escuela pensando yo voy a ser jefe de cocina de una estrella Michelín, y lo conseguí en 4 años”. De la Escuela recuerda “costumbres muy sanas” a la hora de trabajar, porque la formación que recibió le marcó una forma de trabajar en su cocina y una base teórica que la ha abierto puertas. Sobre los profesores que pasaron por su curso, guarda un gran recuerdo de nuestro jefe de cocina de la Escuela de Hostelería Gambrinus Paco Ybarra. “Yo los tenía como ídolos cuando empecé en la Escuela y los veía con sus familias, niños y su trabajo de cocinero; yo quería ser como ellos”. Un “después” cargado de ilusión Tras el año de formación en la EHG de Sevilla, Pablo comenzó sus prácticas en el restaurante “El Poblet” (hoy Quique Dacosta Restaurante) en Denia (Alicante), un restaurante de 3 estrellas Michelin capitaneado por uno de los mejores y más innovadores cocineros españoles, Quique Dacosta. Esta etapa la recuerda dura por el esfuerzo que supuso empezar desde cero en un establecimiento tan ambicioso. “A los 3 meses me dejaron empezar a ayudar a las partidas y yo le pedí a Quique que si me podía dejar, cuando los cocineros se iban por la tarde y por la noche, quedarme allí para hacer producción, mirar el cuaderno de jefe de cocina y así apuntar recetas y aprender todo lo que pudiera por mí mismo”. Tras esta etapa en “El Poblet”, Pablo llegó a Las Pedroñeras (Cuenca) como jefe de partida de pescado en el restaurante “Las Rejas”, dirigido por el que considera su gran mentor, Manolo de la Osa. Cuando este chef abrió su nuevo restaurante en la ciudad de Cuenca, Ars Natura, mandó a Pablo como “tercero de cocina” junto a otros dos jóvenes talentos de la gastronomía. Con el tiempo, y tras la marcha de los otros dos cocineros, le propusieron ser jefe de cocina de este restaurante. Y Pablo se atrevió, realizando un esfuerzo que le dio el empujón final que buscaba. “Estando de jefe de cocina, llamaron para preguntar por el jefe de cocina anterior y les dije que no estaba, que era yo aunque solo llevara 4 años y medio”. Quizás fue su seguridad o su decisión, pero esa llamada fue lo que logró convencerle y presentarse al casting de la segunda edición del programa de TV Top Chef, dirigido por el famoso presentador y cocinero Alberto Chicote. Un programa de TV que recuerda con mucho cariño, sobre todo por la oportunidad que supone. Su paso fue breve pero intenso, ya que fue el segundo expulsado de esta edición, pero esta vivencia la recuerda como una lección de aprendizaje más en la vida: “en el programa cometí un fallo por mi falta de experiencia, que fue en la repesca, porque puse unos sesos sin blanquear y Chicote me dio por todos lados. Pero no pasa nada, yo si me caigo me voy a levantar, por eso no hay problema ninguno. Esa mentalidad es la que me ha hecho conseguir estas cosas”. [caption id="attachment_5789" align="alignleft" width="700"] Imágenes de Pablo González en la entrega de diplomas en el cierre del curso 2013/2014 (cedidas por la EHG)[/caption] Un “presente” centrado en el trato con las personas Ahora Pablo es el nuevo Alberto Chicote de la ciudad de Sevilla. Con poco más de 30 años y casi 6 años en el mundo de la cocina, para Pablo aún está todo por hacer y descubrir. Actualmente, viaja poco e intenta pasar la mayor parte del tiempo en su ciudad, Sevilla, trabajando como asesor gastronómico: “hago asesoría de restaurantes; me dedico a hacer la carta, educó a los cocineros, les pongo los platos, les enseño a prepararlos y marcho a un nuevo sitio”. “Esta no es mi vocación, yo no quiero ser cocinero 25 años más. Me gusta la cocina pero sobre todo me gusta el trato con las personas. La ilusión de mi vida es poder ser profesor de la escuela donde estudié”. Con esta frase quería Pablo concluir esta conversación con nosotros: demostrando que lo suyo es el trato con las personas y que ante todo, quiere que no se le vea como protagonista de nada sino como un testimonio que anime a otros alumnos de la EHG a perseguir sus inquietudes, por muy radicales que parezcan en sus comienzos. Si como Pablo también tienes inquietudes o ilusiones por la gastronomía, te invitamos a que conozcas más testimonios de las verdaderas voces de la Escuela de Hostelería Gambrinus. *La imagen de la portada ha sido cedida por Grupo Atresmedia]]>
“Sería la ilusión de mi vida volver a dar clase en la Escuela en la que he estudiado”
2 junio 2015 | Escuela de Hostelería Fundación Cruzcampo